Si bien desde esta misma tribuna hemos hablado de las bondades e incluso a veces de la necesidad de los tratamientos cosméticos por si solos o bien como complementos a tratamientos más complejos de carácter médico estético o quirúrgico estético no hemos de caer en ningún momento en el trampa de confundir como sinónimo directo cosmética con estética.

Desde  la televisión, la prensa, internet y cualquier medio que se preste a la publicidad nos bombardean constantemente con productos cosméticos incidiendo y remarcando que supuestamente tienen una función de resolución de problemáticas estéticas y nos lo venden como a la panacea de cualquier problema que podamos tener: Cremas anti celulíticas, pastillas anti grasa, cremas reafirmantes, cremas antiarrugas o bolsas de ojos y así mil y un productos que como hemos dicho “supuestamente” serán la solución a nuestros problemas.

Desde aquí no vamos a deslegitimar ningún producto ni marca en concreto ni vamos  a negar que algunos  o bastantes de ellos tienen componentes beneficiosos para nuestro organismo pero de ahí a mezclar cosmética con un tratamiento estético serio en toda regla hay un trecho que no se debe traspasar y lo que es peor no se debe de engañar al usuario.

No entraremos a valorar los beneficios o no que pueden tener en muchas ocasiones esos productos, ni del efecto placebo de muchos de ellos o de los efectos reales pero no con las características que se anuncian la mayoría de ellos, pero desde aquí sí que diremos que solo y remarcamos solo un tratamiento estético dirigido, gestionado y supervisado por personal formado en la materia, por cirujanos plásticos, por médicos y terapeutas de varias índoles nos garantizaran resultados a los problemas que queramos corregir.

Insistimos con ello no queremos desmerecer ni decir que no se deban consumir productos cosméticos, al contrario, muchos de ellos son aconsejables como complementos a tratamientos estéticos de más amplio alcance, pero lo que queremos remarcar y volver a remarcar es que no debemos dejarnos llevar por una publicidad propagandística que utiliza términos que pretenden confundir muchas veces al usuario haciéndole sentir que se está tratando estéticamente como un sustituto al tratamiento estético especializado cuando en realidad no está más que realizando un tratamiento cosmético.

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